
Actualmente en Panamá, la cifra de niños que se encuentra trabajando llega a 50 mil en todo el país, siendo en las zonas indígenas en las que encontramos la mayor presencia de niños, niñas y adolescentes realizando algún tipo de labor permanente en actividades agrícolas y de pesca por lo general, mientras que en las áreas urbanas los observamos inmersos en la venta de artículos y en trabajo doméstico, entre otras actividades que atentan directamente contra su desarrollo sano y equiparado al resto de las personas de su edad.
Las consideraciones sobre el trabajo infantil deben ir de la mano con aquellas respecto a las familias y sus condiciones socioeconómicas; la situación de pobreza y pobreza extrema ha naturalizado la participación de niños y niñas en tareas y actividades laborales desde edades tempranas. Aún cuando algunas de estas labores pueden ser perjudiciales para su adecuado desarrollo biológico y social, es la realidad de vida que tienen que afrontar miles de familias panameñas cuyo escenario común les presenta una flagrante desprotección de sus derechos humanos y escasas oportunidades de desarrollo.
Ahora bien, no todas las tareas realizadas por niños, niñas o adolescentes han de ser clasificadas como trabajo infantil, ya que la ayuda que brinden en las labores del hogar o la colaboración en un negocio familiar pueden ser positivas, y provechosas para la estimulación de habilidades y desenvolvimiento social, siempre que estas no atenten contra su integridad física, salud o desarrollo, y garanticen su permanencia en el sistema educativo.
Como Estado, debemos orientar nuestros esfuerzos al abordaje integral de las raíces del trabajo infantil, promoviendo acciones para el fortalecimiento del padre y la madre de familia, generando alternativas de trabajo y actividades productivas que limiten la necesidad de aporte económico de los niños y niñas. La atención efectiva de la pobreza marca un hito inicial para la disminución efectiva del trabajo infantil.
La construcción de la nueva institucionalidad en materia de niñez y adolescencia se dirige a impulsar la sinergia interinstitucional e intersectorial para brindar respuestas eficaces e integrales a las problemáticas sociales de las familias panameñas, así como instalar en estas el sentido de corresponsabilidad en la sostenibilidad de las mismas. Ya que debemos resaltar el rol protagónico que tiene como medio natural y más idóneo para el cuidado de los niños y niñas, considerándola como eje transversal de todas las actuaciones.
La complejidad de las situaciones familiares y sociales desfavorables que afrontan los niños y niñas que se encuentra trabajando, reclaman alternativas diversas y flexibles de respuestas, lo que requiere ampliar el abanico de opciones para la atención efectiva y sostenible de los factores de riesgo social que les aquejan.
Mgtr. Sara Rodríguez Suarez
Abogada
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Fotografía por Henrye Lombardo