por Juan Jované
Desde la publicación en el 2002 de su conocida obra “El malestar en la globalización” Joseph Stiglitz, quien obtuvo el Premio Nobel de Economía en 2001, ha sido reconocido como el crítico más informado y certero de las políticas impuestas por el Fondo Monetario Internacional (FMI). Su posición es que “el FMI habla a menudo como si la economía necesitara un buen purgante”, denunciando así que la visión del mismo es que los países deben someterse a una profunda recesión para resolver sus problemas. Stiglitz, observador directo de los hechos como primer vicepresidente y economista del Banco Mundial (1997 – 2000), concluye en que “por desgracia, la evidencia no avala la teoría del FMI”.
Las infames políticas del FMI, quien, junto al Banco Central Europeo y la Comisión Europea, hace parte de la llamada troika que dicta las políticas económicas que se le aplican al pueblo griego, son realmente sorprendentes. Una de estas, evidenciada por Stiglitz en su reciente artículo titulado “Grecia, el Cordero del Sacrificio”, se refiere a la producción y comercialización de la leche.
Anteriormente la leche producida en Grecia para el consumo local se rotulaba como “leche fresca”, lo cual era considerado por los productores de Holanda y otros productores europeos como una barrera a la entrada para su oferta. Fue por esto que en el 2014 el FMI y los otros miembros de la troika forzaron a Grecia a eliminar la etiqueta de leche fresca de la producción local. Ahora, en la nueva arremetida contra el pueblo griego, exige que se elimine la restricción sobre el tiempo que se puede mantener la leche en la estantería, obviamente para favorecer a los productores externos. De acuerdo a quienes diseñaron estas medidas esto promovería la competencia, beneficiando a los consumidores. El resultado, de acuerdo a Stiglitz, ha sido la ruina de los pequeños y medianos productores locales, mientras que la reducción del costo de la leche ha significado un simple incremento de los márgenes de beneficios de los comerciantes que dominan la comercialización.
Otra de las medidas perversas del FMI y el resto de la troika ha sido denunciada por Yanis Varoufakis, ex ministro de finanzas, parlamentario y profesor de economía en la Universidad de Atenas. Esta denuncia se refiere al hecho de que prácticamente todos los activos públicos de Grecia han sido incluidos en un fondo administrado por la troika, cuyo objetivo es su eventual venta y privatización, en condiciones que los recursos obtenidos serán aplicados al pago de los intereses de la deuda pública de ese país. El carácter inmoral del FMI queda a la vista si se tiene en cuenta que ese mismo organismo ha llegado a la conclusión que la deuda griega es imposible de pagar. Se trata simple y llanamente de un proceso punitivo de saqueo contra el pueblo heleno.
Es legítimo preguntarse por la causa de la forma de actuación del FMI. Si bien es cierto que parte de la explicación de esto, como lo afirma Stiglitz, puede provenir de la prepotencia de los funcionarios de esta institución, los cuales, a decir de este autor, “suele estar integrado por estudiantes de tercera categoría provenientes de universidades de primera”, lo cierto es que tiene que existir una razón de mayor profundidad. El propio Stiglitz nos ofrece las respuestas al señalar que los debates en los que se encuentra inmerso el FMI son “realmente sobre ideología y poder”, siendo cierto que el Fondo ha impuesto políticas que apuntan hacia la promoción de “intereses especiales”. Estos no son otros que los del capital financiero globalizado.
Frente a esto no deja de llamar la atención la forma en que las autoridades panameñas de la esfera de la economía y las finanzas valoran al FMI. Según éstas el mismo constituye el factótum de la economía. Es así que recientemente uno de los más altos responsables de la política económica del país “destacó los resultados del reciente informe del Fondo Monetario Internacional, que elogió a Panamá por su saludable posición económica”. Uno días después el Índice de Actividad Económica mostraba en mayo su nivel de crecimiento acumulado más bajo desde el 2010.
Lo importante aquí no es destacar que esta creencia no puede estar vinculada con estudiantes de economía de tercera categoría, ya que ninguno de los más altos funcionarios del MEF posee un título de economista. El peligro está en que expresan los mismos intereses que defiende el FMI, que no son los de la Nación Panameña. La próxima batalla por la seguridad social solidaria lo va demostrar.
El Autor: es economista, activista social y miembro coordiador del MIREN.