por Juan Jované
En Panamá los rasgos más radicales de lo que podríamos llamar “Panglosianissmo” se encuentra entre los más altos funcionarios del Ministerio de Economía y Finanzas (MEF). Es así que el actual ministro, que no termina de explicarle a la población el motivo que lo llevó a pagarle cerca de B/. 7.5 millones de balboas a la empresa Cobranzas del Istmo S.A., sigue insistiendo que no existe prácticamente ningún problema en la economía panameña. Por su parte su viceministra, célebre por sus predicciones erradas, ha afirmado recientemente, pese a la creciente evidencia del lavado de dinero procedente de la corrupción, que “el crecimiento económico impulsa la solidez del sistema bancario”.
Lo cierto es que los funcionarios del MEF no solo han sido incapaces de reconocer que las proyecciones en que basaron la confección del presupuesto público, sostenidas en el supuesto de un crecimiento nominal de la economía de 10.8% (6.5% real y 4.3% de inflación), han resultado absolutamente erróneas, generando una complicada situación fiscal. También han omitido llamar la atención sobre algunos indicadores recientes que distan de ser optimistas.
Cualquiera que entienda algo de la economía panameña sabe que las exportaciones, así como las inversiones vinculadas a la construcción, juegan un papel central en la determinación de su dinámica. De ahí la importancia del análisis de los indicadores vinculados a estas actividades.
En el caso de los indicadores vinculados a las exportaciones, los cuales están actualizados hasta mayo por el INEC, se evidencia, en primer lugar, que hasta ese mes los ingresos por peajes del Canal de Panamá mostraban una tasa de crecimiento de apenas el 3.8% en comparación con el año anterior. Por su parte, para el mismo período, el movimiento de contenedores (en TEUs) alcanzó una tasa de crecimiento de apenas 2.8%.
Para el caso de la Zona Libre de Colón la situación tampoco resulta halagüeña, ya que comparando el acumulado del valor de las rexportaciones entre enero y mayo de este año con las registradas en el mismo período del año anterior, se concluye que las mismas disminuyeron en 3.8%. A esto se le suma el hecho que haciendo un comparación semejante para el caso del valor de las exportaciones de mercancías producidas dentro del país, se observa una tasa negativa del 10.8%. El único indicador positivo sobre el sector externo es el de los gastos de los pasajeros residentes en el exterior, el cual creció en 13.8%, aun cuando es conocido el hecho de que el sector hotelero se encuentra en una grave crisis, producto de la sobreinversión.
En la perspectiva del sector de exportación, existen, además, varias tendencias que no permiten avalar la visión “plangossiana” del MEF. En primer lugar está el problema de la revaluación del dólar que genera un alza del precio de nuestras exportaciones de bienes y servicios, limitando su expansión. Esta situación se puede agravar una vez que la Reserva Federal eleve la tasa de interés. En segundo lugar, el final del ciclo alto del valor de las materias primas limita seriamente la capacidad de compra de algunos de los más importantes clientes de la Zona Libre de Colón. A la vez, en estas condiciones pensar como hace el FMI que nuestra salida está en las exportaciones de cobre, no es ni factible económicamente (el precio del cobre ha bajado en 26.7% desde el 2012), ni ambientalmente viable.
En el caso de la construcción, para el período bajo análisis, llama la atención la caída de 22.2% de la producción de cemento premezclado y de 2.6% en la del cemento gris, junto a un crecimiento de apenas 5.7% en el valor futuro de las construcciones, en condiciones que el año pasado este indicador llegó a 22.3%. En este caso, también se puede esperar que una eventual alza de la tasa de interés no será un factor positivo.
A final de cuenta se puede concluir que la visión tipo Pangloss del MEF no solo es errónea. La misma al no reconocer las dificultades se aleja la posibilidad de enfrentarlas. ¿Oportunismo político o incapacidad analítica?
Autor: es economista, activista por la Democracia, coordinador del MIREN.